Yo ya no sé dónde meterme

viernes, 12 de mayo de 2023

Detalle de la papeleta electoral de Euskal Herria Bildu para las elecciones al Parlamento de Navarra con Adolfo Araiz, miembro de la cúpula de Herri Batasuna que abogó por «socializar» el sufrimiento



Por pura vergüenza al comprobar hasta dónde es capaz de llegar el PSOE de Sánchez con tal de seguir mamando de las ubres del Estado. Jamás pude pensar, ni en la peor de mis pesadillas, que iba a llegar a ver en las candidaturas de unas elecciones en España a 44 etarras, de los que 7 son asesinos condenados en firme, y los otros 37 asesinos en potencia por apoyar, cubrir e informar a sus colegas chorreados de sangre inocente. La banda que los cobija y los jalea es un cártel vasco llamado Bildu que inexplicablemente se sienta en el Congreso de los Diputados, en vez de estar ilegalizado por siempre jamás.

Lo que me confirma por enésima vez la tesis que he defendido en repetidas ocasiones de que España ni es, ni ha sido nunca una democracia. Porque ¿cómo puede serlo un país que acoge a asesinos en su cámara de diputados elegidos por el pueblo soberano? ¿A qué escorias les parecen bien esos miserables, además de a los de Bildu? Pues por declaraciones explícitas aparecidas en los medios de comunicación a Zapatero, a Irene Montero, a Chivite, a Echenique… y por silencios culpables a PSOE, PNV, ERC, Cup, y demás izquierdas rematadas por Podemos, tal vez por aquello de que estos presentan de candidato a su líder en Madrid, José Luis Nieto, atracador de bancos condenado en firme.

Me da vergüenza seguir escribiendo porque lo evidente no necesita explicación alguna, pero lo hago para preguntarme en voz alta cuál es la razón de la apatía social que parece afectar a todos mis conciudadanos. Porque aquí no ha explotado nada; ni hay una sola pancarta colgada en Ferraz, ni en la Moncloa exigiendo explicaciones. Tampoco veo manifestaciones de ciudadanos, familias, víctimas, obispos y partidos políticos decentes cubriendo las avenidas de las ciudades. ¿Qué pasa? ¿Tiene miedo Feijóo a que lo llamen fascista, o ultraderecha? Abascal ya está acostumbrado y le resbala, pero a la hora en que escribo estas líneas tampoco le he oído manifestarse. Repito: ¿qué pasa para que no pase nada?

Por la edad que tengo viví en política los años de plomo de la ETA como Jefe del Gabinete de un ministro de Suárez. Recuerdo al detalle, como si hubiera sido ayer, la planificación de seguridad que supuso el viaje que hicimos a Vitoria para inaugurar el aeropuerto de Foronda. Los guardaespaldas, los controles, la furtividad, los bloqueos de los accesos… Y cuando todo acabó, el viaje de vuelta a toda velocidad por la noche en cuatro coches hasta la provincia de Burgos. Yo empotrado entre dos torres humanas con ametralladoras y pisando otras armas en el suelo del vehículo. Cuando por fin nos dejaron y el ministro y yo abordamos su coche con un solo guardaespaldas y el chófer, no abrimos la boca hasta llegar a Madrid.

Por primera vez en mi vida me siento abochornado sólo de pensar qué dirán los extranjeros y la Unión Europea cuando se enteren de que en el país que conquistó medio mundo en nombre del evangelio y que introdujo los derechos humanos en tierras de sacrificios humanos y caníbales, van a ser ahora asesinos y terroristas condenados los que redacten y aprueben sus leyes. Porque al jefe del Gobierno y a su partido les importa mucho más su poltrona que la moral, la decencia y el país en el que han asentado sus nalgas.

Yo ya no sé dónde meterme. Es como si hubiera perdido pie cuando veo la jerarquía de las noticias  en los medios de comunicación: baloncesto, sequía, Alcaraz campeón, pensiones, el hermano de Ximo Puig… y perdida en un lado bajo de la página, Bildu y terroristas… pero Tezanos no cree que Sánchez pierda las elecciones… ¿Es éste el país que yo quiero para mis nietos? ¿Es el que puede querer alguien que no dependa de Sueldos Sánchez? La respuesta el 28 de mayo.

ESCRITO POR:

Ignacio Despujol es Licenciado en Filosofía y Letras, y especialista en comunicación empresarial y marketing. Ha sido profesor en las Universidades Pontificia de Comillas-ICADE, Complutense, Autónoma de Madrid y CEU San Pablo, co-autor de «Comprender el Arte» (Biblioteca UNED) y autor de «La otra cara de la publicidad» (en preparación).