Por qué Bitcoin vencerá a las CBDC

lunes, 23 de enero de 2023

¿Vencerá David a Goliat? David, de Miguel Ángel, en la Galería de la Academia de Florencia / George M Groutas (flickr)



Las CBDC, monedas digitales emitidas por bancos centrales, ya son una realidad. Quien crea que son sólo un concepto teórico sobre el que debaten los economistas más esotéricos ignora por completo que ya están funcionando para millones de personas en China, en Nigeria y en media docena de países. También ignora que en Occidente ya están en construcción: sus cimientos legales y técnicos están a la vista, pero aún más importante es el fuerte consenso tecnocrático a su favor entre los dirigentes de los bancos centrales. A Christine Lagarde parecen brillarle los ojos cuando habla del euro digital. El piloto americano ya está en marcha de la mano de la Reserva Federal de NY, y es muy previsible que el europeo se lance en 2023: ya están contratadas las empresas que lo desarrollan, y que incluyen a Caixabank y Amazon.

En paralelo y contraposición vemos cómo la adopción de Bitcoin crece a pasos de gigante siguiendo la tradicional curva de adopción tecnológica. En la burbuja de 2013 Bitcoin era el dominio de unos pocos innovadores. En 2017 ya estaba en manos de millones, alcanzando según algunas estimaciones el 1% de la población. En la burbuja de 2021 sus usuarios superaron el 10% de la población en decenas de países, incluidos todos los miembros de la OCDE. Calculo que en la previsible burbuja cuatrienal de 2025 superará el 30% de la población y será la principal moneda de Internet.

Estas dos tendencias enfrentadas apuntan a un probable choque de trenes monetario en 2025. El combate puede parecer desigual: por un lado, un proyecto de código abierto sin líder, sin organización, sin poder; por el otro, toda la élite gubernamental y bancaria de Occidente y de la China comunista, y a su lado una inmensa legión de empresas clientelares ansiosas de ocupar un lugar privilegiado en este nuevo orden monetario global. Obviamente, la posibilidad de dejar opinar, no ya votar, a la población acerca de la medida no se le pasa por la cabeza a ningún tecnócrata de Pekín o Bruselas. En EEUU todavía puede haber algún senador rebelde que obligue a debatir sobre este tema, pero si la creación de la Fed en 1913 sirve como ejemplo, el consenso político americano suele ser que en estos temas técnicos monetarios mejor no confundir al público y decidir por ellos. Si hace falta se declara una emergencia, como hizo Nixon el 15 de agosto de 1971, y se cambia el régimen monetario con medidas «temporales» que luego se hacen permanentes.

¿Por qué? Si los euros y dólares que manejamos ya son digitales en un 97%, ¿qué ventaja le ven los tecnócratas a una CBDC? Es sencillo: mayor control. El yuan digital que ya circula lo ejemplifica a la perfección: permite condicionar su uso de diversas formas: geolocalización, límites temporales, límites de cantidad, coordinación con el sistema de crédito social, límites de carbono, análisis de datos complejos sobre los gastos, etc. La utilización del análisis de datos a gran escala y la Inteligencia Artificial permitirían un micromanejo espectacular de la población mediante incentivos y castigos protocolizados. Los límites económicos a la planificación central de la economía parecen esfumarse ante el poder que da tener el control directo de la cartera de cada ciudadano en manos del tecnócrata de turno o de la Inteligencia Artificial. La combinación de una CBDC, un sistema de crédito social y una Renta Básica Universal sería la peor pesadilla de un liberal; llevaría a unos niveles de control social que harían palidecer a Orwell. 1984 sería un paraíso anarquista al lado del auténtico hormiguero tiránico en el que cada interacción social estaría gobernada por las feromonas de los incentivos predeterminados por Multivac.

La propaganda que acompañará a su introducción no venderá estos riesgos de la CBDC, sino las «virtudes» de su justicia social, las facilidades que da a la redistribución, su ayuda a los más pobres y castigo a los malvados especuladores (léase cualquier ahorrador), sus premios a los más devotos de los créditos de CO2 (léase indulgencias), sus bloqueos a los antisociales que difunden «desinformación» y otras lindezas. Como explicó Hayek en «Camino a la Servidumbre», por bien intencionados que sean sus creadores, este tipo de sistema no tarda en caer en manos de quien más partido le puede sacar: los peores sociópatas se verán atraídos hacia el panel de control de esta máquina como moscas a la miel. No tengo ninguna duda de que, igual que Trudeau bloqueó cuentas bancarias de manifestantes, de haber tenido una CBDC durante la pandemia, muchos gobiernos la hubiesen utilizado hasta sus últimas consecuencias ignorando todos los derechos fundamentales que tan alegremente suspendieron durante la emergencia. 

No hay nada que temer. Bitcoin vencerá. A diferencia de las CBDC, Bitcoin no permite ningún control sobre la población; al contrario, consagra y defiende dos derechos fundamentales que son pilares de la civilización Occidental: el derecho de propiedad y la libertad de expresión. Bitcoin es la esperanza de un Renacimiento del orden Liberal basado en los derechos individuales. Bitcoin está abierto a todos, pertenece a todos y no está controlado por nadie. Bitcoin es en esencia una serie de ideas, un protocolo público, un lenguaje. Todo el que esté dispuesto a aprender puede usar ese lenguaje, siempre que cumpla con sus reglas. No necesitas confiar en una institución, ni gubernamental ni bancaria, para usar Bitcoin: lo recomendable e ideal es su custodia individual para ejercer directamente la posesión. Asimismo, Bitcoin es un protocolo y una red de comunicación incensurable que permite a personas de todo el mundo enviar sencillos mensajes firmados. No importa que estés en la China comunista o en la estación espacial internacional. Ni siquiera necesitas una conexión a Internet para hablar con la red de Bitcoin. ¿Quieres grabar de manera imborrable un mensaje contra un dictador? Ningún lugar es más seguro o permanente que la cadena de bloques de Bitcoin.

Bitcoin vencerá porque, como dice Vernor Vinge «Las personas técnicas no son buenos esclavos: sin su cooperación sincera las cosas dejan de funcionar», una forma sencilla de resumir lo que Étienne de la Boétie explica más a fondo en su «Discurso sobre la servidumbre voluntaria». Es por esto que la planificación central de la economía no funciona, como demostró en la teoría Ludwig von Mises en 1920 y al poco tiempo admitió Lenin con la Nueva Política Económica en 1921. Los marxistas futuristas que aspiran a utilizar la Inteligencia Artificial para suplir esa falta de información que imposibilita el cálculo económico no entienden que esa información no existe en ausencia de las decisiones humanas y preferencias expresadas que la generan.

En el mundo real ya estamos viendo tanto en China como en Nigeria los enormes fracasos iniciales de sus CBDC. El público intuye su propósito y las aborrece. Estoy seguro de que Xi Jinping y Muhammad Buhari insistirán y aumentarán la presión hasta lograr que una mayoría de la población las utilice. Serán las consecuencias indirectas las que harán caer el sistema. Bitcoin, cuya mayor virtud es sobrevivir a cualquier holocausto, cualquier prohibición y cualquier persecución, estará ahí para rescatar a las víctimas de la debacle. Me gustaría pensar que los banqueros centrales y políticos de Occidente aprenderán de los errores ajenos y nos ahorrarán el sufrimiento, pero me temo que están obcecados y nos harán aprender el error monetario por experiencia propia. 

Bitcoin es la esperanza frente a la tiranía de las CBDC, última mutación maligna del dinero fiat. Hay que dar la batalla por quijotesca que parezca.

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