viernes, 11 de julio de 2025
Patxi López y Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados, enero de 2023 | Pool Moncloa, Fernando Calvo
El pasado miércoles tuvo lugar en el Congreso de los Diputados un debate en el que se suponía que Sánchez iba a explicar qué pensaba hacer ante la avalancha de escándalos de corrupción protagonizados por sus familiares y sus hombres de confianza. Allí, con el aplauso y el apoyo de todos los grupos que le sostienen desde 2018, Sánchez no sólo no aceptó ni un ápice de responsabilidad en los episodios de corrupción que le rodean, sino que acabó convirtiendo su comparecencia en un mitin contra el PP y, lo más significativo y curioso, contra Felipe González y sus Gobiernos, a los que acusó de ser y haber sido mucho más corruptos que él y su banda.
Pues bien, en medio del esperpéntico espectáculo de un Sánchez desencajado, pero empujado sin reservas por comunistas bolivarianos, golpistas, independentistas y filoterroristas y por los diputados socialistas que le deben el sueldo de cada mes y que no le van a dejar caer por nada del mundo, intervino Abascal, que dedicó unas palabras llenas de sentido a Patxi López.
Merece la pena reproducir las más expresivas: «Te dijo hace tiempo una mujer muy valiente que harías cosas que nos helarían la sangre, pero lo cierto es que has hecho cosas que dan entre pena y asco. Lo de defender al que manipuló tus elecciones, pena. Lo de estrechar la mano de Bildu, asco».
Recordemos que esa mujer muy valiente era Pilar Ruiz Albisu, la madre de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA el 8 de febrero de 2003. Esta mujer, dos años después del asesinato de su hijo, el 12 de mayo de 2005, dirigió una muy intensa y emocionante carta abierta a Patxi López, entonces líder del Partido Socialista de Euskadi, en la que le echaba en cara los pasos que estaba dando en la línea de aliarse, sin vergüenza, con el Partido Comunista de las Tierras Vascas, el Euskal Herrialdeetako Alderdi Komunista (EHAK), que era el nombre, como el Bildu actual, que entonces tomaban los etarras disfrazados de políticos.
En esa carta que debería reproducirse con frecuencia en los medios de comunicación, la madre del asesinado decía textualmente: «Porque, Patxi, ahora veo que, efectivamente, has puesto en un lado de la balanza la vida y la dignidad, y en el otro el poder y el interés del partido, y que te has reunido con EHAK. Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos!, Patxi. ¡Qué solos estamos los que no hemos cerrado los ojos!».
Aquellas palabras, los veinte años trascurridos han venido a confirmarlas como una profecía totalmente acertada.
Pero para conocer algunos de los orígenes de la esperpéntica situación que estamos viviendo, creo que merece la pena echar una ojeada a la trayectoria de este tipo que Abascal, y no sólo él, dice que le da entre pena y asco.
Para ello, sin dármelas de Plutarco, creo que puede ser muy ilustrativo comparar dos vidas muy paralelas, sobre todo en los orígenes: la suya con la de Nicolás Redondo Terreros.
Patxi, que en realidad se llama Francisco Javier, nació en 1959, hijo de uno de los pocos militantes de la UGT clandestina en tiempos de Franco en la margen izquierda del Nervión, Lalo López Albizu; de la misma forma que Nicolás Redondo Terreros nació en 1958, hijo de otro de esos pocos ugetistas que se movían en el mundo sindical en aquellos años de la dictadura, Nicolás Redondo Urbieta. Dada la casi nula presencia del PSOE en la lucha antifranquista, ser hijos de dos de esos pocos socialistas que hicieron algo contra el Régimen, los convirtió a los dos en miembros de lo que podemos llamar aristocracia del PSOE. Pero ahí se acaban los parecidos y comienzan las diferencias.
Patxi no fue capaz de estudiar nada, mientras Redondo, su contemporáneo, acabó Derecho en Deusto. Esto ya marca de manera significativa sus biografías; mientras uno no encontró otra manera de ganarse la vida que aprovecharse de su condición de aristócrata socialista y convertirse en un distinguido apparatchik del PSOE, el otro, después de dedicar muchos años a la actividad política, cuando comprobó que lo que proponía su partido no coincidía con lo que le dictaba su conciencia, pudo dejar la política e iniciar una brillante carrera profesional.
Pero las diferencias más profundas de estas dos biografías tienen mucho que ver con la irrupción de ese zapaterosanchismo que se ha llevado por delante al PSOE refundado por los socialdemócratas europeos, con Willy Brandt a la cabeza, y que ahora amenaza con acabar con la España Constitucional.
Veamos. Tras la mayoría absoluta del PP en 2000, el PSOE pasó una temporada en la que parecía dispuesto a unirse al PP a la hora de plantar cara a los nacionalismos y, sobre todo, a ETA. De ahí la firma del Pacto Antiterrorista en diciembre de ese año y, muy importante, la consagración de Redondo Terreros como líder de los socialistas vascos con un objetivo claro: terminar con la hegemonía de los nacionalistas en las Elecciones Vascas de mayo de 2001, para lo que dio el paso, inédito hasta entonces, de aliarse con el PP de Jaime Mayor Oreja. Los que asistimos al mitin del Kursaal en abril de 2001 nunca olvidaremos la imagen de Fernando Savater enlazando las manos de Nicolás Redondo y Jaime Mayor.
Aquello no salió bien y el PNV siguió gobernando el País Vasco, pero lo peor de aquel fracaso de las fuerzas constitucionalistas fue que Zapatero, que hasta entonces todavía no había asomado su patita totalitaria, decidió cambiar radicalmente el rumbo del PSOE, haciendo del odio a la derecha y de la alianza incondicional con los nacionalistas, incluidos los terroristas, los ejes de su política, que, como comprobamos día a día, son hoy los de Sánchez.
Y la primera y más elocuente muestra de ese cambio de política la dio a finales de ese 2001 echando a Nicolás Redondo del liderazgo del socialismo vasco y sustituyéndole por, precisamente, el iletrado Patxi López, que, junto a Jesús Eguiguren, ya entonces condenado por dar una paliza a su mujer -otro ejemplo más del feminismo del PSOE- y saltándose a la torera el Pacto Antiterrorista, iniciaron las negociaciones con ETA, de las que, además de helar la sangre a la ejemplar Pilar Ruiz Albisu, no han parado de sacar provecho. De ahí, que hoy estén Sánchez en La Moncloa, Patxi helando la sangre de las personas decentes y Nicolás Redondo expulsado del partido que su padre ayudó a refundar.
ESCRITO POR:
Licenciado en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) por la Universidad Complutense, Profesor Agregado de Lengua y Literatura Españolas de Bachillerato, Profesor en el Instituto Isabel la Católica de Madrid y en la Escuela Europea de Luxemburgo y Jefe de Gabinete de la Presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid, ha publicado innumerables artículos en revistas y periódicos.
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