La hora de la contraofensiva

viernes, 31 de marzo de 2023

Portada de Le Courage de la dissidence, de Bérénice Levet / Éditions de L'Observatoire




Le Courage de la dissidence. L’esprit français contre le wokisme, de Bérénice Levet
Éditions de L’Observatoire, 18€, 160 págs.


En septiembre de 2018 se publicó en Francia un libro con el provocador título «¡Liberémonos del feminismo!», y con el aún más provocador subtítulo «¡Nación francesa, galante y libertina, yo no reniego de ti!» («Libérons-nous du féminisme! Nation française, galante et libertine, ne te renie pas!». Éditions de L’Observatoire)

Era obra de Bérénice Levet, una doctora en filosofía, especialista en Hannah Arendt y en Merleau-Ponty, que ha sido profesora en el Centro Sèvres (la universidad de los jesuitas franceses) y es miembro del Instituto Tomás-Moro (think tank liberal-conservador y católico con sede en Bruselas).

Era un libro combativo, escrito desde la ira y el malestar que a la autora le producían entonces las feministas radicales, a raíz del affaire Weinstein y del movimiento me too.

Pero Levet no se quedaba en denunciar las ridiculeces de los movimientos feministas radicales; con indudable agudeza señalaba que en la base de estos movimientos se encuentra el afán de crear un «nosotras» —un colectivo que quiere englobar a todas las mujeres— para enfrentarlo a los hombres. Y ya sabemos que cuando a los individuos (en este caso a las mujeres) se los intenta agrupar en colectivos y, a continuación, algunos se arrogan el derecho a hablar en nombre de todos ellos, siempre estamos ante movimientos de raigambre totalitaria, que es, en el fondo, lo que está ocurriendo con la exacerbación del feminismo en medio de la situación en la que estamos. Y, por extensión, con todas las llamadas identidades que la ideología woke señala como sujetos de sus pretensiones revolucionarias: homosexuales, trans, negros, antiguos colonos, musulmanes, nacionalistas, animales o gordas y, como colofón, el planeta Tierra.

En aquel libro, que detrás de un título provocador encerraba reflexiones enormemente profundas y sugerentes, Levet preconizaba que la emancipación de las mujeres debe estar siempre presente, pero no para liberarlas de la dominación masculina y del patriarcado, sino para liberarlas de «este feminismo victimario, llorica, represivo, regresivo y belicoso». Un feminismo, seguía diciendo la autora, que, además, coloca a las mujeres en un estado de minoría de edad.

De acuerdo con el muy provocador subtítulo del libro, llegaba a decir: «confieso que los hombres que todavía son capaces de distraerse de su trabajo por una colega o los que en la calle dejan su smartphone por una mujer que pasa, me tranquilizan». Porque reivindicaba la tradición francesa del galanteo y, como declaraba expresamente, del libertinaje.

Por supuesto, este libro no encontró editor en España porque ir contra alguno de los dogmas de la corrección política es un rasgo de valentía que no suele darse.

Pues bien, Bérénice Levet no se ha quedado tranquila en su lucha contra esos dogmas de la corrección política, que, ahora, bajo la denominación «woke», amenazan con someternos a todos, y en noviembre del pasado año ha publicado otro libro, que, también desde el título y el subtítulo, muestra su espíritu combativo contra esos dogmas, «Le Courage de la dissidence. L´esprit français contre le wokisme» (Éditions de L´Observatoire). La traducción es casi automática: «El coraje de la disidencia. El espíritu francés contra el wokismo».

Empieza preguntándose cómo es posible que los franceses, padres y protagonistas de la Ilustración, estén dominados por «el feminismo identitario, el indigenismo, el descolonialismo y el racialismo». Y muestra una serie de manifestaciones de esta ideología woke en la vida cultural francesa, de las que recojo un par de ejemplos: en un ciclo de conferencias en el Museo de Cluny sobre «La participación de las mujeres, género y sociedad en Europa al final de la Edad Media» se incluía la conferencia «Los géneros fluidos. De Juana de Arco a las santas trans»; o un coloquio organizado por la Filarmonía de París sobre «¿La música, tiene un factor de ideología colonial?».

Levet no dedica demasiado espacio a recolectar disparates como esos dos, aunque se pregunta si, al paso que vamos, habrá algo que escape a una lectura wokista, que es lo mismo que constatar que los inquisidores de los dogmas identitarios, cuya actividad no para, van a censurar cualquier pensamiento que se salga de su canon, que, a toda velocidad, están imponiendo en todos los países occidentales.

Ante este panorama declara sin ambages, que la hora de la contraofensiva ha llegado, dejando claro que el wokismo es fuerte por culpa «de nuestras debilidades». Con ese «nuestras», la autora se refiere a las de la sociedad francesa pero bien podemos aplicárnoslas todos los países occidentales, con España en un lugar privilegiado en cuanto a la extensión del pensamiento woke; y no hay más que echar un ojo a la legislación que el Gobierno Sánchez no para de producir para comprobarlo.

Como profunda conocedora del asunto que trata, señala a los «cuatro o cinco decenios de pedagogía progresista» como la primera causa de que se hayan extendido con enorme facilidad los dogmas feministas, descoloniales o lgtbistas. Esa denuncia de nuestra autora constituye otra razón más para entrar a fondo a analizar lo que ha pasado con los sistemas educativos de los países occidentales desde el 68, porque, sin duda, en esa deriva se encuentran las causas de casi todo lo que nos pasa. Empezando por la invasión de este conglomerado ideológico, del que la autora de estos combativos libros dice: «ataca a la matriz intelectual de nuestra civilización, a nuestros métodos científicos, a nuestro sistema de conocimiento, a nuestra concepción del arte, a nuestra visión y a nuestras categorías», porque, añade, «no va sólo contra la letra sino contra el espíritu, el espíritu europeo, el alma europea».

Como puede comprobarse, sus análisis y sus diagnósticos de lo que estamos viviendo con el wokismo en nuestros países son muy sugerentes y acertados. Y, por supuesto, perfectamente trasladables a España, aunque, como pasó con el otro libro de Bérénice Levet, no creo que ningún editor español se atreva a eso, a trasladarlo y traducirlo.

Ante este panorama la autora defiende una estrategia claramente provocadora, como hacía en el libro contra el feminismo. Si entonces reivindicaba la Nación francesa y los usos amorosos que había cultivado siempre, ahora su reivindicación es la del espíritu francés, es decir, la cultura, el pensamiento y el arte que los franceses han cultivado y creado desde hace siglos. Llega a decir que, si de todos los países atacados por el wokismo sólo se tuviera que salvar uno, ése tiene que ser Francia.

Es emocionante ver la profunda erudición y el entusiasmo con los que defiende esa cultura francesa que ha dado nombres tan señeros como Pascal, Molière, Voltaire, Rameau, Bizet, Debussy, Monet o Gauguin. Grandes nombres de la cultura, no sólo francesa, sino universal, algunas de cuyas estatuas están siendo derribadas por descerebrados fanáticos del wokismo.

Al leer este libro, que, sin duda, busca provocar escándalo en el mundo intelectual y político francés, es inevitable plantearse la situación española. Ya vemos cómo el actual gobierno tiene al wokismo como eje ideológico de su incesante producción legislativa. Está por ver, sin embargo, la contraofensiva que el mundo intelectual y político español es capaz de oponer a esa invasión ideológica, que tiene como objetivo último dinamitar todos los principios de nuestra civilización y nuestra cultura. Lo que este libro puede enseñarnos es que, en esa ofensiva, la reivindicación y la defensa de nuestra secular cultura puede y debe tener, como Bérénice Levet preconiza para el caso francés, un papel que a veces olvidamos. Como representantes de nuestra cultura, Alfonso X, Ramon Llull, el Arcipreste de Hita, Fernando de Rojas, Garcilaso, Cervantes, Lope de Vega, Calderón, Velázquez, Goya, Galdós, Unamuno o Baroja y, por qué no, la tauromaquia, tienen que ser armas muy valiosas en la lucha contra ese wokismo, que, como ideología profundamente disolvente, se está apoderando de nuestra cultura, de nuestra manera de pensar y hasta de nuestra manera de vivir.

ESCRITO POR:

Licenciado en Filosofía y Letras (Filología Hispánica) por la Universidad Complutense, Profesor Agregado de Lengua y Literatura Españolas de Bachillerato, Profesor en el Instituto Isabel la Católica de Madrid y en la Escuela Europea de Luxemburgo y Jefe de Gabinete de la Presidenta del Senado y de la Comunidad de Madrid, ha publicado innumerables artículos en revistas y periódicos.