«¡A la hoguera!»

viernes, 31 de marzo de 2023

Auto de fe de la Inquisición, Francisco de Goya / Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Wikimedia Commons)



Llámenme loca, pero hoy voy a hablar de feminismo y autodeterminación de género. Y es que doña Irene, que es una adelantada a su época y la viva representación del nepotismo deslustrado imperante, ha montado un buen carajal con las últimas normas aprobadas por sus señorías y debidamente publicadas en el Boletín Oficial del Estado. No en vano ha pasado de cajera a ministra en un suspiro (no de Mercadona, claro está, seguramente en alguna tienda de barrio «naturfriendly»con productos ecológicos de cercanía muy caros). Poco más se podía esperar. Mas ustedes no la comprenden: son crueles, malpensados y retrasados seres de Atapuerca. Me pregunto qué pensarán de esto en Valdecoja del Grajo… Dado lo teatral del asunto, me permitirán que aborde esta cuestión a través de un sencillo vodevil:

*

Se abre el telón. Presidiendo la escena, un cartel que reza «Sala de la verdad».

En el escenario aparece un Tribunal formado por tres imponentes magistradas: Irene, Ione y Pim, Pam, Pum. Todas ataviadas con pesadas togas, puñetas de delicado encaje de Camariñas y luciendo compungidos y grotescos rostros; bien podrían ser las tres Marías (quizá ellas tengan que buscar en Wikipedia quiénes son). No podemos negar que doña Irene siempre ha parecido una Virgen de las Angustias (ceño teatralmente fruncido, comisuras de la boca hacia abajo y mirando al cielo, sufriendo mucho ella), le faltan los ojos en blanco y las lágrimas de cristal para parecer un Martínez Montañés. Una mente malpensada podría llegar a pensar que sobreactúa…

En el centro de la escena, la presunta hereje, yo, ataviada con el correspondiente sambenito y cucurucho de papel.

(Pueden oírse abucheos en el público. El ambiente va subiendo de tono hasta que increpan a la acusada. Se oyen improperios de todo tipo).

MAGISTRADA NÚMERO UNO (DOÑA IRENE): Señora Florit, este Tribunal de la Santa Inqui-Fe-minismo le acusa a usted de impartir doctrina contraria a la corriente impuesta por el Líder supremo. ¿Se declara usted culpable o inocente?

SRA. FLORIT (HEREJE): Inocente, Señoría.

(Murmullos).

MAGISTRADA NÚMERO UNO: Tenga en cuenta que puede librarse de la pena prevista en el Código si abjura usted ahora de viva voz y promete su plena conversión. ¿Comprende las consecuencias de esta vista?

SRA. FLORIT: Lo comprendo, Señoría.

MAGISTRADA NÚMERO DOS (DOÑA IONE): Bien, por el poder que el Líder nos concede, nos permite a nos pues abrir vista oral para que pueda defenderse con cualquier medio de prueba admitido en Derecho. ¿Qué pruebas, pues, desea presentar?

SRA. FLORIT: Mi mero testimonio, Señoría.

(Risas. De entre todos los presentes en el público, destaca un tal Pablo Iglesias, nombrado oficialmente por la Autoridad competente nuevo Torquemada y ataviado con un rico jubón y sombrero de terciopelo tocado con una pluma. Se rodea de agradable séquito de señoritas).

MAGISTRADA NÚMERO TRES (DOÑA PIM, PAM, PUM): Comencemos, entonces, el interrogatorio. Bien, señora Florit, diga si no es más cierto que ha sido oída en su entorno habitual rechazando el feminismo ordenado por el Líder.

SRA. FLORIT: Así es, es cierto.

(Murmullos).

MAGISTRADA NÚMERO UNO: Diga si no es más cierto también que ha sido escuchada defendiendo la igualdad entre sexos.

SRA. FLORIT: Señoría, creo que quiere usted decir géneros, no sexos.

MAGISTRADA NÚMERO UNO: Así es, disculpe.

SRA. FLORIT: Efectivamente.

(El público increpa a la acusada: ¡Hereje!, ¡a la hoguera!).

MAGISTRADA NÚMERO DOS: Diga, señora Florit, si no es más cierto que ha sido vista y oída defendiendo la bondad intrínseca de los hombres y ensalzando algunas características de su masculinidad.

SRA. FLORIT: Así es, efectivamente. No obstante, creo que es usted ahora Señoría, dicho con sumo respeto, quien no utiliza la terminología apropiada…

MAGISTRADA NÚMERO TRES, (exasperada): Diga pues, por favor, señora Florit, cuáles son esos atributos.

SRA. FLORIT: Pues verá Señoría, no dudo que haya hombres malos, igual que mujeres…

MAGISTRADA NÚMERO TRES: Señora Florit, me veo obligada a interrumpir su discurso. ¿No es acaso usted sabedora de la nueva terminología que todos estamos obligados a utilizar? Si no se aviene a razones me veré en la obligación de amonestarle o incluso expulsarle de la sala…

(Se oyen comentarios de asentimiento en la sala).

SRA. FLORIT: Disculpe Señoría, quería decir que, si bien es cierto que existen progenitores sin capacidad reproductiva malos, también es cierto que los hay buenos.

MAGISTRADA NÚMERO UNO: ¿Cuáles han de ser señora Florit? Y tenga cuidado, pues su respuesta puede condenarle, se lo advierto.

SRA. FLORIT: Pues verá, Señoría, sin ir más lejos, mi padre, mi esposo, mis abuelos, mi hermano, ¡mis hijos!… Jamás vi maldad en ellos, ni tampoco vi ni una sola vez intención alguna no sólo de dañarme, sino tampoco de menospreciarme, más aún lo contrario.

(En el público se alza una voz: ¡Miente!).

MAGISTRADA NÚMERO DOS: Señora Florit, una vez terminado el interrogatorio puede ejercer el derecho a la última palabra que como bien sabe la ley le concede.

SRA. FLORIT: Vobis, sorores meae, delicta mea confiteor, et purissimam et sincerissimam poenitentiam ostendens quod prius haeresis non commisisset…

MAGISTRADA NÚMERO UNO: Bien, señora Florit, dado lo escueto de las pruebas presentadas en su defensa y por el poder que represento, este Tribunal ha decidido que usted…

(Gran algarabía en el público).

MAGISTRADA NÚMERO UNO: Calma, calma… Que usted deberá ser condenada…

(La audiencia pública, alborozada, comienza a levantarse para escuchar solemnemente el veredicto).

MAGISTRADA NÚMERO UNO: ¡A la Hoguera!

(El público prorrumpe alegre en copiosos aplausos).

FIN

***

ESCRITO POR:

Profesora de Derecho civil. Licenciada y Doctora en Derecho cum laude por la Universidad de Murcia. Abogado. Escritora aficionada y kamikaze sin filtro.